miércoles, 10 de julio de 2013

El Gobierno interino de Egipto trata de afianzarse con medidas de urgencia

Hazem el Beblawi, exministro de Finanzas, elegido primer ministro

El presidente, Adli Mansur, aprueba un polémico decreto que le da poderes casi absolutos

 
 

El Ejecutivo interino tutelado por los militares que gobierna Egipto desde el golpe de estado del miércoles pasado se apresuró este martes a avanzar en sus reformas institucionales, dando los primeros pasos para crear un ejecutivo y marcando plazos para un referéndum constitucional y elecciones legislativas y presidenciales. Los generales buscan una rápida transición a lo que presentan como un nuevo sistema democrático, después de haber derrocado al primer gobierno elegido democráticamente en la historia del país. Su predicamento, sin embargo, se halla amenazado por la operación militar y policial del lunes, en la que murieron 51 partidarios de Mohamed Morsi, y por un decreto aprobado por el nuevo presidente interino del país en el que se dota, provisionalmente, de poderes casi absolutos.
El nuevo presidente, el juez Adli Mansur, eligió este martes como primer ministro al economista Hazem el Beblawi, exministro de Finanzas, y opositor del régimen de Hosni Mubarak y la presidencia de Morsi. No fue la primera opción de Mansur. Previamente este tanteó al premio Nobel de la Paz Mohamed el Baradei y al también economista Ziad Baha el Din. A ambos los vetó el partido salafista Nur, segunda fuerza islámica del país, que en un principio apoyó el golpe de estado militar. Ese partido, que obtuvo el 25% de los votos en las elecciones legislativas pasadas, se ha convertido en un verdadero hacedor de reyes, dada la voluntad de los militares de integrar en la amalgama opositora que ahora controla el gobierno del país a una fuera islamista. El Baradei fue elegido, finalmente, vicepresidente a cargo de relaciones internacionales. El nuevo primer ministro ofrecerá puestos en su Gobierno al Partido Libertad y Justicia, brazo político de los Hermanos Musulmanes, según dijo anoche la presidencia.
Previamente, Mansur emitió un decreto en el que, por un lado, se atribuyó la capacidad de aprobar leyes por la vía ejecutiva, de dictar política presupuestaria y de declarar el estado de emergencia. Por otro lado, marcó plazos para convocar un referéndum sobre enmiendas a la constitución y elecciones legislativas, algo que debería ocurrir en los próximos seis meses. Posteriormente se celebrarán comicios presidenciales. Morsi, depuesto el miércoles, se enfrentó el año pasado a una campaña nacional de oposición por intentar aprobar un decreto con el que se blindaba frente a una posible revocación del poder judicial. El nuevo decreto de Mansur fue ampliamente criticado tanto por partidarios como por detractores del golpe.
La principal fuerza opositora que apoyó el golpe contra Morsi, el Frente de Salvación Nacional, rechazó el decreto constitucional y se lamentó de que no se les consultara para su redacción. Horas antes, el movimiento juvenil Tamarod (en árabe, "Rebélate"), que convocó las marchas multitudinarias que forzaron la deposición militar de Morsi, había criticado el texto por “dictatorial”, según un comunicado. Otras fuerzas, como el Partido Libre Egipcio, lo tacharon de “muy decepcionante”. Muchas fueron las dudas planteadas este martes en el frente opositor a Morsi y los Hermanos Musulmanes sobre las verdaderas intenciones de los generales, que han insistido en que su única intención es devolver cuanto antes al país a la normalidad democrática, previo paso de la ciudadanía por las urnas.
Más complicada para los militares es la justificación de la muerte de 51 partidarios de Morsi durante la concentración del lunes frente a las puertas del cuartel de la Guardia Republicana, donde sigue encerrado el presidente depuesto. Era hora de rezo, y muchos concentrados miraban a La Meca, dándole la espalda a la policía y las fuerzas armadas cuando cargaron. El ejército mantiene que fue atacado por “terroristas” que querían excarcelar a Morsi. Este martes, 60 investigadores judiciales comenzaron a interrogar a 650 detenidos tras el incidente, en el que además resultaron heridas 435 personas. El Ejército asegura que murió un soldado y otros 40 fueron heridos de consideración.
Las fuerzas armadas emitieron este martes un comunicado de apoyo al decreto de Mansur y de advertencia contra los partidarios de Morsi. “El ejército es capaz de cumplir con sus responsabilidades y está al tanto de los peligros que entraña el periodo que ahora comienza”, dijo un portavoz, que leyó un comunicado en televisión. Añadió que el nuevo decreto, con los plazos marcados, “le da razones a todos para sentirse seguros”. “No hay parte que, tras esto, deba actuar en contra de la voluntad de la nación o pueda tratar de ir en contra de ella, sin importar las excusas”, dijo ese portavoz.
Los Hermanos Musulmanes, que han ganado en todas las elecciones convocadas hasta ahora en el breve periodo de democracia del país, han anunciado que no se van a integrar en ese proceso político y han tachado el decreto de Mansur de culminación del golpe militar. “Medidas como ese decreto sólo pueden mostrar a aquellos que en principio apoyaron el golpe cuáles son las verdaderas intenciones de los jefes militares y los oficiales del régimen de Mubarak que ahora vuelven a controlar el país”, dijo este martes Hamza Zawbaa, portavoz del Partido Libertad y Justicia, brazo político de la hermandad. “La carnicería del otro día, en la que murieron 51 personas, debería también abrirle los ojos a mucha gente sobre qué es lo que está ocurriendo en Egipto”.
Si el gobierno interino y los generales buscaban calmar los ánimos de la comunicad internacional y de sus aliados occidentales con el nuevo decreto, al menos lograron que la Casa Blanca se manifestara “cautelosamente animada” por él, según dijo el portavoz Jay Carney. Estados Unidos destina cada año 1.300 millones de dólares en ayuda militar a Egipto. Este martes, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos anunciaron un paquete de ayudas y préstamos a este país por valor de más de 6.000 millones de euros.

La ira se apodera del campamento de los partidarios de Morsi

La muerte de 51 islamistas enciende a los acampados en Ciudad Nasser

Muchos se han radicalizado tras el incidente. "Quiero morir como mártir", dice uno de ellos

 
 

Procesión funeraria frente a la mezquita donde se han reunido los partidarios de Morsi. / MAHMUD HAMS (AFP)
 
La matanza les ha dado aún más determinación. “Hoy estoy más convencido que nunca de que quiero morir como un mártir”, dijo este martes Al Moataz Abdul Wahad, de 23 años, mientras sobre su hombro reposaba un ataúd vacío, cubierto con la bandera de Egipto. Marchaba hacia la mezquita de Raba al Adawiya, centro de la resistencia de los partidarios de Mohamed Morsi, que han acampado allí en protesta contra el golpe de estado de la semana pasada. Junto al suyo había decenas de ataúdes, simbolizando la muerte de 51 islamistas frente al cuartel de la Guardia Republicana durante el rezo de la madrugada del lunes. “Cualquier día sería bueno para ser un mártir, pero si ocurre en los próximos días, durante el mes del Ramadán, será un sacrificio mayor”, añadió.
Es la lógica imperante entre los miles de islamistas acampados en este reducto opuesto al golpe, los generales y el gobierno interino. Para estas personas, el martirio es un honor. Y esta disputa ha dejado de ser solo sobre Morsi. Es, para muchos, una guerra en defensa de los valores del islam. “¡Vivimos por el islam! ¡Estamos dispuestos a ser mártires! ¡Los islamistas no somos terroristas, defendemos nuestros valores más sagrados!”, arengaba en plena calle Mohamed Abel Aziz Farrag, de 55 años. “¡Nosotros somos la verdadera gente de Egipto! ¡Somos los verdaderos dueños del país, no aquellos, vendidos a occidente, al dólar, a América y a Israel!”, gritaba, señalando hacia la plaza de Tahrir.
El miércoles comienza el mes sagrado del Ramadán, cuando los fieles musulmanes ayunan hasta la caída del sol. Tradicionalmente en Egipto son días de celebración. Ahora, sin embargo, son jornadas en las que los miembros de los Hermanos Musulmanes se sienten llamados a un deber mayor que ellos mismos y su bienestar. “Muchas son las instancias en las que, durante el mes del Ramadán, los fieles musulmanes han logrado grandes gestas y luchado contra injusticias”, explicaba este martes Ahmed el Nashur, coordinador de la protesta y portavoz de la Alianza Nacional para la Defensa de la Legitimidad, grupo islamista de defensa de Morsi. “Es de esperar que se restituya la legitimidad democrática y Morsi vuelva a la presidencia pronto”, añadió.
Por mucho que la plaza de Tahrir celebre, y que el nuevo gobierno interino emita decretos y marque plazos electorales, estas personas están determinadas a quedarse en las calles. No van a ser ignoradas, no se marcharán. Han hecho suyo el lema que los opositores de Morsi corearon al unísono antes del golpe, el simbólico “erhal” en árabe, “vete”. “Vete, Sisi”, gritan, en referencia a Abdel Fatah al Sisi, comandante en jefe del Ejército y artífice del golpe de estado. El nombre de ese general es anatema para estas personas. Morsi le eligió, dicen, porque era un devoto musulmán. “Al final era simplemente un general más, sediento de poder y comprometido únicamente con beneficiar a la cúpula militar”, opinaba este martes Hamza Ali Jaber, de 46 años.
Tras la matanza del lunes, en la que la policía y las fuerzas armadas cargaron conjuntamente contra los partidarios de Morsi que se concentraban frente al cuartel en que se halla detenido el presidente, estas personas mostraban una ira a duras penas contenida, mucho mayor que en los pasados días. “¡Intifada!”, tronaban este martes los altavoces, las masas, estrictamente divididas entre hombres y mujeres, enfurecidas, agitando banderas y levantando coranes. Un diario islamista, editado por el brazo político del grupo Gama Islamiya, publicó este martes en su contraportada las fotos de 15 cadáveres, muchos con disparos en la cara y el cuello, supuestamente fallecidos en el incidente del lunes.
El raciocinio y la paciencia van escaseando en este campamento. Estas personas se sienten arrinconadas, ignoradas por el resto de la ciudadanía egipcia y acosadas por un ejército que el lunes les advirtió de que no pueden seguir acampadas en las calles por mucho más tiempo. Les han dado un plazo, el reloj marca la cuenta atrás y ellas sólo ven sacrificio en el horizonte.

La OEA pide a los países involucrados en el vuelo de Morales que se disculpen

La resolución, de la que se han desmarcado EE UU y Canadá, condena el trato dispensado al presidente de Bolivia

 
 

Un momento de la reunión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA. / OEA
 
La Organización de Estados Americanos (OEA) ha pedido a los Gobiernos de Portugal, España, Italia y Francia que pidan disculpas por su implicación en el desvío forzoso del avión en el que viaja el presidente de Bolivia, Evo Morales, cuando regresaba de Moscú hacia La Paz. Durante una reunión extraordinaria celebrada este martes, el Consejo Permanente de la organización se ha solidarizado con el mandatario boliviano y ha condenado el incidente que obligó al aterrizaje forzoso en Viena del avión del mandatario boliviano, en una resolución adoptada por consenso de las que, sin romperlo, se han desvinculado EE UU y Canadá.
Con esta decisión, la OEA se suma a la causa de Bolivia, como lo han hecho recientemente otras organizaciones del hemisferio. En el documento de inusual dureza, la organización “condena las actuaciones que violan las normas y principios básicos del derecho internacional, como la inviolabilidad de los Jefes de Estado” y “hace un firme llamado a los gobiernos de Francia, Portugal, Italia y España para que brinden las explicaciones necesarias sobre lo acontecido con el presidente, Evo Morales, así como las disculpas correspondientes”.

Durante sus respectivos turnos de palabra, los embajadores de los Estados miembros de la OEA, con mayor o menor intensidad, repudiaron el incidente al que se vio sometido el dirigente boliviano ante las sospechas de que a bordo de su avión se encontrara el informático Edward Snowden, prófugo de la justicia de EE UU, que lo ha acusado por desvelar información secreta, en una evidencia clara del clima de indignación en América Latina por el trato dispensado a Morales por los Gobiernos europeos.
Con esta decisión, la OEA se suma a la causa de Bolivia, como lo han hecho recientemente otras organizaciones del hemisferio
Ese malestar común parecía haber logrado superar las diferencias ideológicas que, en general, presiden las reuniones de la OEA, pero no impidió que, fiel a su tradición de consenso, las negociaciones para superar las discrepancias sobre los matices y la dureza del lenguaje del documento inicial se prolongaran durante buena parte de la tarde. Finalmente, EE UU y Canadá se apearon de la resolución alegando en sendas notas al pie que “no era apropiado” que la OEA hiciera declaraciones sobre asuntos que no estaban suficientemente aclarados y que las cuestiones sobre el uso del espacio aéreo son exclusivamente de carácter bilateral, una posición que ya había dejado clara en la sesión de la mañana la representante estadounidense, Roberta Jacobson.
Las decisión de EE UU y Canadá era esperada por el resto de los Estados miembros de la OEA y la forma de adoptarla, a través de una nota al pie, permite poner de manifiesto sus discrepancia sin romper el consenso que caracteriza las tomas de decisión de la organización. Aunque EE UU no aparece mencionado en la resolución de la OEA, los países promotores del texto, Bolivia, Nicaragua, Venezuela y Ecuador, aludieron expresamente a la intensa presión desplegada por su diplomacia para lograr el regreso de Snowden, como la causa directa de la violación de las normas de derecho internacional perpetrada por los Estados europeos al impedir el vuelo de Morales.
Fiel a su tradición de consenso, las negociaciones para superar las discrepancias sobre los matices y la dureza del lenguaje del documento inicial se prolongaron durante buena parte de la tarde
La resolución ha disgustado profundamente a España e Italia, cuyos Estados aparecen expresamente citados en el texto, una circunstancia que se había tratado de evitar por los países aludidos. El observador permanente de España ante la OEA, Jorge Hevia, insinuó que el contenido del documento estaba adoptado de antemano sin importar las explicaciones ofrecidas durante la sesión de la mañana por los embajadores afectados. “Da la impresión de que esto ha sido un teatro”, ha señalado Hevia. “En el texto se hacen precisiones inexactas cuando se habla de cancelación y demora de las autorizaciones de vuelo, cuando el Gobierno español nunca incurrió en esas prácticas”, ha puntualizado.
Su homólogo italiano, Sebastiano Fulci, en el mismo tono duro y directo que empleó en su intervención de la mañana –y que ha sorprendido a varias de las delegaciones- ha advertido de que la decisión de la OEA tendrá consecuencias. “Cuando en la resolución se nos pide que nos disculpemos, la OEA se transforma en tribunal que nos considera culpables de antemano. Esto es muy grave y tendrá una respuesta por parte de mi Gobierno”, ha asegurado.
En su intervención final, el ministro de Gobierno de Bolivia, Carlos Romero, que representaba a su país en la OEA, ha insistido en denunciar que su presidente “fue secuestrado” cuando fue obligado a aterrizar de emergencia en el aeropuerto de Viena al haber cerrado Francia el paso aéreo de su avión “por error”, según reconoció su representante francés por la mañana. “No aceptaremos intimidaciones”, ha concluido Romero, satisfecho con haber sumado un nuevo apoyo internacional a las recriminaciones de Bolivia por la humillación a la que se vio sometido su presidente.

Venezuela se prepara para recibir a Snowden

El número dos del chavismo, Diosdado Cabello, pide durante una visita en China que Estados Unidos deje de entorpecer la llegada del exténico de la CIA. "Este compañero merece vivir", dice

 

Cabello habló de Snowden durante su visita en Pekín / EFE
 
El presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y número dos del chavismo, Diosdado Cabello, se sumó este martes desde Beijing a los voceros oficiales que, cada vez con más frecuencia, dan señas de la disposición de Caracas para conceder asilo efectivo a Edward Snowden, el extécnico de seguridad norteamericano que desde semanas atrás permanece atascado en el aeropuerto Sheremetievo de Moscú, a donde fue a parar en peregrinación desde Hong Kong en busca de un país que le otorgue refugio luego de revelar detalles de las actividades de espionaje global que efectúan los organismos de inteligencia de Estados Unidos.
“Ojalá no ponga más obstáculos el Gobierno de Estados Unidos y entienda que este compañero merece vivir, tal como cualquier ciudadano”, dijo Cabello desde la capital china, donde se encuentra desde hace dos días en visita oficial a las autoridades del principal aliado económico y político del gobierno venezolano.
Las palabras de Cabello prolongaron la continuación de declaraciones que parecen preparar el terreno para la eventual aparición pública del estadounidense de 30 años de edad en territorio venezolano. El viernes pasado el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ofreció a Snowden asilo humanitario, y desde entonces Caracas parece haberse posicionado –sobre los gobiernos de Bolivia y Nicaragua- como la opción definitiva que el ex analista de seguridad tendrá para guarecerse de la caza internacional de la que es objeto.
También el martes se escenificó otra confusa escaramuza de la guerra de posiciones en la que se ha convertido el estatus legal de Snowden en Moscú. Un parlamentario de la Duma rusa, Aléxei Pushkov, presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara Baja, publicó en su cuenta en Twitter un comentario según el cual Snowden habría aceptado viajar a Venezuela. Media hora más tarde, sin embargo, el propio Pushkov procedió a suprimir el texto de la red social.
Si bien Pushkov, al retractarse, hizo mella en la credibilidad de su versión, el amago puede interpretarse como otro signo de que Snowden estaría a punto de encontrar destino en América Latina, y con gran probabilidad, en Venezuela.
El mismo martes, en un programa del principal canal de televisión del Estado venezolano, Hermann Escarrá, un abogado constitucionalista muy influyente en el gobierno –intermitente consejero del propio Hugo Chávez, para más señas- defendió el asilo para Snowden, con la tesis de que, aunque Estados Unidos haya buscado convertir a ese ciudadano en un paria, hay mecanismos que permitirían conseguirle refugio conforme al derecho internacional.
“El presidente Nicolás Maduro no sólo le ofreció asilo, sino que también se lo confirmó”, recapituló Escarrá. “Ahora lo que queda por resolver son problemas de otra naturaleza: él tiene suspendidas sus credenciales como ciudadano, su pasaporte, habrá que ver si un organismo internacional le facilita la situación para que pueda trasladarse a Venezuela y pueda ser asilado. En ese tránsito, él tiene un salvoconducto, un sistema de garantías, donde ningún país podría intervenir”.
Maduro había ratificado el lunes que recibió una solicitud formal de asilo de Snowden. El presidente venezolano, que enfrenta su propia crisis doméstica con ribetes políticos y económicos, ha huido hacia adelante con esta iniciativa que, si bien coloca de nuevo a Venezuela en el primer renglón de la agenda noticiosa internacional, parece contradecir los recientes gestos de aproximación hacia Washington, que incluyeron el nombramiento por parte de Venezuela de un nuevo encargado de negocios en la capital norteamericana, y una reunión sin precedentes entre el Secretario de Estado, John Kerry, y el Canciller venezolano, Elías Jaua.
Jaua y el propio Maduro acaban de estar en Moscú, a propósito de la reunión de jefes de Estado de países exportadores de gas natural. El régimen de Vladimir Putin ha hecho méritos para ser calificado con propiedad como un socio de Caracas, tanto en el plano comercial, como en su rol de proveedor de equipos militares y de inversiones petroleras. No hay duda de que, haciéndose cargo de Snowden, el gobierno venezolano le estaría ahorrando al Kremlin la pesada tarea de lidiar con un asunto que podría enturbiar sus nexos con Estados Unidos.
Caracas, mientras tanto, que ya conoce del gasto que suponen estas crisis luego de trabajar la delicada ingeniería del relato con que hizo saber a la opinión pública sobre la enfermedad, agonía y muerte de su líder Hugo Chávez, se siente en posición de aceptar el caso y ponerlo a valer como una baza a su favor en el crónico tira-y-encoge que caracteriza a su relación con Washington.

Un complejo juego diplomático en torno a Snowden

El caso ha ido evolucionando hacia un complejo problema político ante el que cada Gobierno se está viendo obligado a tomar partido

 

 
El destino de Edward Snowden se ha convertido en un juego diplomático en el que se cruzan importantes intereses estratégicos de varios países, pero sobre todo de las dos grandes potencias nucleares, Estados Unidos y Rusia. La posibilidad creciente de que el exanalista de la NSA acabe en Venezuela, un aliado de Moscú y uno de los más ostentosos rivales de Washington, ha hecho ese juego más evidente y delicado.
Después de un arranque de apariencia inocente y romántica, el caso Snowden ha ido evolucionando hacia un complejo problema político ante el que cada Gobierno se está viendo obligado a tomar partido, lo quiera o no. El episodio del avión de Evo Morales, al que cuatro naciones europeas impidieron aterrizar ante la mera sospecha, probablemente trasladada por funcionarios norteamericanos, de que podría transportar al joven espía, demostró que, pese a las declaraciones para la galería, los aliados europeos sabían dónde situarse cuando la situación exigía una clara demostración de lealtad.
Esa reacción fue un ejemplo de hasta qué punto el caso Snowden refleja el mundo tal y como es, sin la retórica que se usa en las conferencias internacionales. Y una de las manifestaciones de esa realidad es la tensión entre EE UU y Rusia.
El presidente ruso, Vladimir Putin, puso tales condiciones para conceder el asilo a Snowden –unas hechas públicas, otras, quizá no- que éste tuvo que renunciar a esa opción. Se abrieron entonces una serie de posibilidades que, poco a poco, se iban cerrando, por la presión de EE UU, por dificultades técnicas y, sobre todo, por la escasa voluntad de la mayoría de los países de meterse en problemas con Washington. Al mismo tiempo, experto en los entresijos de la inteligencia como es, Putin sabía que, mientras estuviera bajo su jurisdicción, en el aeropuerto de Moscú, Snowden representaba una baza con la que ganar notoriedad e influencia.
La entrada en escena de Venezuela le da esa oportunidad. Rusia ha ido profundizando sus relaciones con Venezuela de forma constante desde la llegada al poder de Hugo Chávez. Bajo la conducción personal de Igor Sechin, un antiguo y estrecho aliado de Putin, experto en América Latina y actual presidente de la empresa estatal de petróleo, Rosneft, ha desarrollado numerosos proyectos de cooperación en Caracas, desde el ámbito militar al energético. Durante muchos años, Sechin ha sido un frecuente visitante de Venezuela; la última vez, en mayo pasado.
El sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, lastrado desde el principio por las dudas sobre su legitimidad, tiene aún hoy serios problemas para estabilizarse en el poder frente a las divisiones internas del régimen y la mala situación económica. Entre las alternativas que el Gobierno venezolano ha explorado para superar esa situación está la de un acercamiento a Washington, lanzado en meses recientes con buena receptividad por el ministro de Relaciones Exteriores, Elías Jaua.
Esa aproximación, que seguramente no despierta muchas simpatías en Moscú, donde Maduro estuvo hace 10 días, se vería completamente arruinada si Snowden desembarca en Caracas. Como le ha hecho ya saber EE UU, la concesión de asilo provocaría una respuesta norteamericana. Unido eso a la pérdida de influencia en América Latina –ni Brasil ni Colombia acudieron la pasada semana a la cumbre de respaldo a Morales-, con Snowden en Caracas, Rusia elevaría su papel como el socio inevitable de Venezuela. De forma incidental, Putin colocaría al exanalista de la NSA en el patio trasero de EE UU.
Pueden aún producirse otras combinaciones con otros protagonistas. El partido no está ya jugado. Pero lo cierto es que Snowden parece cada vez más un simple espectador. O un peón, si de ajedrez se trata.