jueves, 11 de julio de 2013

La Armada de EE UU hace historia al aterrizar un ‘drone’ en un portaaviones

Por primera vez un prototipo toca tierra de manera automática sin necesidad de estar controlado de manera remota por un humano

 

El modelo de 'drone' de la Armada X47-B a punto de aterrizar en elportaaviones 'George H. W. Bush'. / Steve Helber (AP)
 
A la 1.40 de la tarde de este miércoles, la Armada de Estados Unidos entró en la historia de la aviación al conseguir que un avión no tripulado aterrizara de manera autónoma en un portaaviones, en medio del mar. Es la primera vez que un drone, controlado únicamente por algoritmos matemáticos y sin estar dirigido de manera remota por un ser humano, toma tierra en la cubierta de un barco.
“No tuvimos a nadie pilotando el aparato desde la lejanía. Usamos pautas automáticas y algoritmos”, explicó el contraalmirante Mat Winter tras el aterrizaje. Winter es el director de un proyecto de 1.400 millones de dólares que se ha desarrollado durante los últimos ocho años y que ha culminado este martes con el aterrizaje en el portaaviones George H. W. Bush, frente a la costa de Virginia, del modelo X-47B, tras despegar desde la base aéreo-naval de Patuxent en Maryland y desplazarse durante casi 170 kilómetros escoltado por dos F-18 de la Armada.

Lo que ha convertido esta operación en un hito para la aviación es el hecho de que el drone utilizado, el X-47B, es un aparato que, a diferencia de otros aviones no tripulados empleados por la CIA, como los modelos de Predator o Reaper, que están controlados de manera remota por seres humanos, esta aeronave ha aterrizado de forma completamente automática. “Lo que acaban de ver es la próxima generación de la aviación naval y las extraordinarias posibilidades que nos puede brindar”, comentó a la prensa presente en el portaaviones el secretario de la Armada, Ray Mabus.
El X-47B está llamado a ser no sólo el drone que abrirá una nueva era en la tripulación automática, sino el aparato que transforme la aviación naval, convirtiendo los portaaviones en bases más versátiles y potencialmente más letales. Tras el aterrizaje de este miércoles, se ha constatado que los aviones no tripulados en un futuro estarán mucho más automatizados -operarán casi como robots- y no dependerán exclusivamente del manejo que realice una persona a miles de kilómetros de distancia de donde esté sobrevolando la aeronave. No obstante, Winter ha defendido la importancia del factor humano. “Los seres humanos siguen siendo un factor esencial de esta dinámica”, ha reconocido.
El aterrizaje de este miércoles, con todo, es sólo una prueba experimental más. El X-47B es tan sólo un prototipo, con una réplica similar, fabricado por Northrup Grumman, que pronto se retirará y podrán ser admirada en algún museo aeronáutico. No obstante, la Armada espera que la próxima generación de drones, en absoluto tripulados por seres humos, esté operativa en 2019. “No siempre es posible tener la oportunidad de contemplar el futuro, pero eso es lo que hemos visto hoy”, ha recalcado Mabus. Cada vez queda menos para que ese futuro se haga realidad.

El primer ministro de Luxemburgo dimite por un caso de espionaje

Jean-Claude Juncker era el primer ministro europeo que llevaba más tiempo en el cargo

Habrá elecciones anticipadas en tres meses

 
 

Jean-Claude Juncker antes de testificar en el Parlamento. / JULIEN WARNAND (EFE)
 
El mandatario más veterano de Europa ha dejado de serlo. Un escándalo de espionaje ha apartado esta noche de su cargo a Jean-Claude Juncker, primer ministro de Luxemburgo durante 18 años. Juncker ha presentado su dimisión ante el Parlamento después de que este le retirara la confianza por las irregularidades que cometieron durante años los servicios secretos del país, con escuchas que afectaron al propio Juncker y al jefe del Estado, el gran duque Enrique. La presión ha podido con Juncker, que a primera hora de la tarde había asegurado a los diputados que no pensaba dimitir.
La tarde había arrancado con la ironía que caracteriza al líder luxemburgués. “Si sudo no es porque tenga miedo, sino porque hace calor”, les espetó a los diputados ante las críticas vertidas por su actuación al frente del servicio secreto. La legislación del país, que sitúa al primer ministro como máximo responsable de la inteligencia, ha jugado una mala pasada a Juncker, al mismo tiempo víctima de las escuchas y responsable de no haberlas atajado a tiempo.
Juncker presidió hasta el pasado enero, y durante ocho años, el Eurogrupo
Tras siete horas de debate, y pese a haberlo negado anteriormente, ha llegado la renuncia : "He convocado al Gobierno mañana a las diez y presentaré la dimisión del Gobierno al gran duque”. Las elecciones, en principio previstas para mayo de 2014, serán dentro de tres meses. “Constato que una mayoría de la Cámara quiere elecciones anticipadas”, ha admitido el líder del país europeo con mayor renta per cápita.
Además de llevar un tiempo récord al mando de un país comunitario –aproximadamente un tercio de sus 58 años-, Juncker es bien conocido en la Unión Europea por haber presidido hasta el pasado enero, y durante ocho años, el Eurogrupo, la reunión de ministros de Economía de la zona euro, un órgano crucial desde que comenzó la crisis económica y especialmente tras los rescates a los países en dificultades. La dimisión de esta noche ensombrece el horizonte político de Juncker, aunque no ha aclarado si seguirá concurriendo a las elecciones, como pretendía antes del escándalo, o pasará el testigo a otro miembro de su partido, el centroderechista CSV.
El Parlamento luxemburgués había examinado durante toda la tarde un informe sobre varias acusaciones que pesan sobre los servicios de inteligencia, de nombre SREL: escuchas ilegales a políticos, malversación (por ejemplo, en la compra de vehículos para uso privado) y sospechas de que aceptó pagos a cambio de facilitar el acceso a determinados cargos públicos, entre otras acusaciones.
Los detractores de Juncker lo acusan de haber dejado algo desatendido su país para dedicarse de lleno a Europa
Todos los miembros de la comisión de investigación, salvo los del partido de Juncker, habían votado a favor del texto, que subrayaba las irregularidades y responsabilizaba al mandatario de no haber informado sobre ellas. La situación de Juncker se ha vuelto especialmente delicada al saberse que también los socialistas, socios en el Gobierno, habían respaldado el informe.
El escándalo del espionaje ha levantado una gran polvareda política al conocerse que las escuchas afectaron al corazón del Estado. El anterior jefe del espionaje luxemburgués, Marco Mille, grabó un encuentro que mantuvo con Juncker en su despacho, así como una conversación entre el mandatario luxemburgués y el jefe del Estado, el gran duque Enrique. El Parlamento abrió una investigación a finales de año que ha concluido hoy con la dimisión de Juncker.
El informe sostiene que el dirigente luxemburgués, como máximo responsable del servicio de inteligencia, “ha evitado informar a la comisión de control parlamentario, incluso a la fiscalía, sobre las irregularidades, aberraciones e ilegalidades de las operaciones realizadas por el servicio”.
“No puedo reconocer ninguna responsabilidad personal de naturaleza subjetiva”, ha replicado Juncker ante la cámara, horas antes de dimitir, a pesar de admitir algunos fallos: “No digo que no haya cometido errores”. El primer ministro ha asegurado que no había detectado ilegalidades que le permitiesen dirigirse a la justicia y ha argumentado que no podía ser responsable de los errores cometidos por funcionarios sobre los que no tenía control directo.
Más allá de parar el golpe, el veterano político ha devuelto la acusación al Parlamento por la falta de control sobre los servicios secretos. “ [La Comisión parlamentaria] habría podido controlar también sin intermediarios. Y no lo ha hecho”, ha contraatacado. Pero la presión de la Cámara ha conseguido lo que no han hecho las urnas durante 18 años: quitar a Juncker las riendas de su país.

El exguardián de la eurozona

Juncker, el gobernante más veterano de la UE con 18 años en el cargo, criticó la inacción de Bruselas ante la crisis

 

Juncker aprieta el cuello, en un gesto amistoso a Luis de Guindos. / yver herman (reuters)
 
Jean-Claude Juncker logró su momento más célebre en España gracias a una foto, replicada hasta la saciedad en los medios de comunicación, en la que agarra del cuello al ministro de Economía, Luis de Guindos. Era una de las interminables citas del Eurogrupo (reunión de ministros de Finanzas de la zona euro) y, a pesar de la sonrisa que lucía Juncker, la imagen se interpretó como símbolo de lo estrangulada que estaba España por las exigencias de Bruselas.
Más que la intransigencia del primer ministro luxemburgués, el gesto reflejaba el carácter socarrón del personaje, que durante años compatibilizó el mando del pequeño país europeo con el del Ministerio de Economía. Su voz se hizo reconocible en Europa por mantener un discurso a veces alejado de la ortodoxia comunitaria. Juncker alertó contra las crecientes diferencias entre el norte y el sur del continente y criticó con dureza la inacción de las instituciones europeas frente a la crisis: “El impacto de la Unión Europea en el exterior es lamentable: no estamos dando un ejemplo sensacional de liderazgo”. Las críticas se fueron acentuando a medida que se acercaba el final de su mandato al frente del Eurogrupo, que abandonó el pasado enero. “Europa ha agotado ya su capacidad para decepcionarme”, dijo en una de sus últimas ruedas de prensa, de madrugada, en Bruselas.
A sus 58 años, este abogado de formación es un democristiano en el sentido estricto de la palabra, capaz de dialogar con la izquierda —integrada en su Gobierno— y con la derecha, al frente de un país que combina elementos tan contrapuestos como el secreto bancario y unas políticas con fuerte componente social.
En Europa cimentó su prestigio en la segunda mitad de los noventa. Primero como ministro de Economía de su país y desde 1995, como primer ministro, gozó de la absoluta confianza de Alemania y Francia, cuando ese eje vertebraba el devenir europeo. Desempeñó un papel fundamental en los años previos a la puesta en marcha del euro.
Carismático en sus intervenciones —aunque implacable con la prensa—, sus detractores lo acusan de haber dejado algo desatendido su país para dedicarse de lleno a Europa. Su labor al frente del Eurogrupo ha coincidido con los momentos más convulsos de la UE y fue precisamente Juncker quien, poco antes de dejar ese cargo, lanzó la idea de convertir la presidencia del Eurogrupo en un cargo de dedicación exclusiva. Aunque su sucesor, el holandés Jeroen Dijsselbloem, es también ministro de Finanzas de su país, parece que la Unión Europea acabará finalmente poniendo en marcha esta propuesta de Juncker para elevar el perfil de ese puesto.
Probablemente Juncker nunca imaginó que, tras 18 años en el poder, tendría que aplicarse a sí mismo una de sus frases más célebres: “Sabemos qué hacer para salir de la crisis; lo que no sabemos es cómo ganar las elecciones después”.

“No fue un golpe, fue el reflejo de la voluntad ciudadana”

Khaled Dawoud, secretario y director de comunicación del Frente justifica las acciones de esa alianza laica y progresista

 
 

Khaled Dawoud en una manifestación contra el régimen de Mubarak en Estados Unidos en 2011. Vivía en Nueva York antes de regresar a Egipto a militar en la coalición opositora. / Jessica Rinaldi (Reuters)
 
El Frente de Salvación Nacional egipcio, coalición opositora de 11 partidos laicos y progresistas, liderada por el premio Nobel de la Paz Mohamed el Baradei, está en una delicada situación. Convocó manifestaciones contra el presidente depuesto Mohamed Morsi el 30 de junio y apoyó el golpe de estado militar posterior. Ahora ve cómo el presidente elegido por los militares, el juez Adli Mansur, emite un decreto en el que se atribuye poderes casi absolutos y marca plazos electorales sin consultarle. Con tal de ver marchar a Morsi y a los Hermanos Musulmanes del poder, este Frente se ha aliado con formaciones salafistas, más radicales en su lectura del islam. Khaled Dawoud es uno de los líderes del partido de la Constitución y, desde su formación en noviembre, secretario director de comunicación del Frente.
Pregunta. El Frente, al que usted pertenece, mantiene que lo que sucedió la semana pasada no es un golpe. ¿Qué es entonces?
Respuesta. No es un golpe. Es el reflejo de la voluntad de la ciudadanía de Egipto. Al menos 20 millones de egipcios salieron a las calles exigiendo que el presidente Mohamed Morsi se marchara y convocara elecciones, porque llevó al país a un gran desastre. Estábamos al borde de una guerra civil, la economía en colapso. No buscamos control militar. Hay un presidente civil que ha emitido un decreto constitucional que marca plazos claros para las elecciones.
P. Pero es el ejército quien apoya al actual gobierno de Egipto, dado que ha anulado la constitución.
R. Sí, pero el 3 de julio el ministro de Defensa [Abdel Fatah al Sisi, comandante de las fuerzas armadas] llamó a las fuerzas nacionales a negociar. El Baradei representó al Frente. Acudió el partido salafista Nur, más fundamentalista en su interpretación del islam que los Hermanos Musulmanes. Había una mayoría de representantes de la ciudadanía egipcia. Los únicos que no acudieron fueron los Hermanos Musulmanes.
P. Pero están aliados ustedes con un partido más radical que la hermandad.
R. Estoy en desacuerdo. Son más honestos y directos. Aprecio que se unieran al proceso político el día 3 de julio, cuando acudieron a las conversaciones de reconciliación. En aquel momento estábamos al borde de la guerra civil. Los Hermanos Musulmanes la buscaban.
P. El martes por la noche el presidente Mansur emitió un decreto constitucional que marca plazos electorales. Su coalición lo rechazó inmediatamente, para suavizar su postura posteriormente. ¿Les presionaron los militares?
R. No. Fue un error mío. No me comuniqué bien con los demás líderes. Envié a los medios un borrador no finalizado. No era nuestra postura final. Pero el mensaje es el mismo: tenemos nuestras reservas sobre ese decreto.
P. ¿Cuáles son?
R. El presidente no nos consultó antes de emitirlo. Hay artículos que, para satisfacer a los salafistas, incluyen una definición muy reducida de la sharia [ley islámica]. Queremos menos poderes para el presidente interino. Y por último, que haya elecciones presidenciales antes que legislativas, al revés de como está programado.
P. ¿Aceptarían ese decreto como está propuesto, con poderes casi absolutos para el presidente?
R. No. Estamos negociando con la presidencia. Y nos ha prometido que considerará nuestras peticiones. Esperamos cambios.
P. ¿Qué tipo de gobierno quieren, tras este proceso?
R. Un gobierno democrático. Ganar en las urnas no le da a uno el derecho a emitir una declaración constitucional, como hizo Morsi, que viola derechos humanos y principios democráticos. El tener la legitimidad, como él dice, no significa que se puedan violar todas las normas de la democracia. La democracia no se decide únicamente en las urnas.

El gobierno egipcio estrecha el cerco sobre los Hermanos Musulmanes

Se le acusa de incitar a la violencia en la carga del lunes en la que murieron 51 islamistas

Los Hermanos Musulmanes se niegan a tomar parte en el nuevo gobierno

 

Una barricada con un cartel con la cara de Mohamed Morsi, en el distrito de Ciudad Nasser. / GIANLUIGI GUERCIA (AFP)
 
Estrechando su cerco sobre los líderes de los Hermanos Musulmanes, que hasta la semana pasada gobernaron el país, la fiscalía del nuevo gobierno de Egipto ordenó el miércoles el arresto del guía supremo, Mohamed Badie, y otros nueve cabecillas de esa sociedad islámica, acusándoles de haber instigado la violencia en una carga policial y militar ocurrida en la madrugada del lunes, en la que fallecieron 55 islamistas partidarios del presidente depuesto Mohamed Morsi. Con Morsi y su círculo más estrecho de colaboradores bajo arresto militar, y las nuevas órdenes de detención, la organización islamista corre el riesgo de quedar descabezada, tan acosada y perseguida como en los años de régimen de Hosni Mubarak, cuando se veía obligada a operar en clandestinidad.
Además de a Badie, la fiscalía ordenó detener a su lugarteniente, Mahmud Ezzat, y dos de los líderes del Partido Libertad y Justicia, brazo político de la hermandad, Essam el Eriam y Mohamed Beltagy. El miércoles, según fuentes gubernamentales, seguían detenidos 206 islamistas y miembros de la hermandad detenidos tras la matanza. A otros 464 se les puso en libertad después de haber sido interrogados. El incidente ocurrió durante el rezo de la madrugada del lunes, frente al cuartel general de la Guardia Republicana, donde las fuerzas armadas retienen a Morsi. Los soldados y agentes de policía cargaron desde dos puntos distintos, primero con gas lacrimógeno y luego con perdigones y abriendo fuego con sus fusiles.
El portavoz de los Hermanos Musulmanes, Gehad el Haddad, dijo el miércoles que en su opinión las órdenes de arresto obedecen a “una campaña de persecución religiosa”. “Este estado policial creado por el golpe de estado militar quiere acallar las protestas a favor de Morsi, quiere que desaparezcan nuestros campamentos. El gobierno militar ha acudido al poder judicial a pedirle que presente cargos con pruebas que le ha exigido a la policía, para crear su propia narrativa. Así funcionan los golpes”, añadió. Los simpatizantes de los Hermanos Musulmanes han acampado a miles en el distrito cairota de Ciudad Nasser, donde dicen que permanecerán hasta que se restituya en el poder a Morsi.

 

El inicio, el miércoles, del mes sagrado del Ramadán se recibió en ese campamento con amargura y tensión. En el intenso calor de la tarde, y en pleno ayuno, el ánimo seguía siendo beligerante, las fotografías de Morsi ubicuas. “Aunque nos detengan a miles, esto no va a acabar. Piensan que pueden hacernos desaparecer”, decía, nervioso, Abdul Raman Gani, un simpatizante de Morsi de 43 años. “Primero nos matan a decenas y luego ordenan que detengan a nuestros líderes por las muertes. ¿En qué mente cabe que eso sea justicia?”.
El nuevo gobierno interino sigue buscando estabilizarse con decisiones de urgencia. El miércoles juró su cargo el nuevo fiscal general, el juez Hisham Barakat, que sustituye a Talaat Abdulá, elegido por Morsi. Un tribunal había declarado nulo el nombramiento de este último la semana pasada, en las últimas horas del anterior gobierno. Sobre Barakat recae ahora la responsabilidad de investigar tanto a Morsi y sus colaboradores más cercanos, sobre quienes la fiscalía ha dicho recientemente que tiene indicios de que han cometido la falta de “insultar al poder judicial”, como a los líderes de los Hermanos Musulmanes a los que se pueda detener por la carga frente al cuartel de la Guardia Republicana.
Las primeras decisiones del presidente han creado división entre los colectivos que apoyaron el golpe. Sobre todo, ha generado tensión el decreto emitido en la medianoche del martes en el que Masur se atribuye poderes casi plenos, con capacidad de declarar el estado de emergencia. Para muchos analistas, es la consumación del golpe. “Si esto no es un golpe de estado, no sé que puede serlo”, opina Nathan Brown, experto en Oriente Próximo en la universidad de George Washington. “Un golpe que tiene el apoyo popular, que se anuncia previamente, que se produce porque el presidente no ha obrado bien o que implica un regreso a un gobierno civil, sigue siendo un golpe”.
El movimiento juvenil Tamarod, que dijo haber recabado más de 22 millones de firmas pidiendo que Morsi abandonara la presidencia y que organizó las manifestaciones previas al golpe, ha sido muy crítico con el decreto de Mansur. En un comunicado dijo que esa orden ejecutiva sienta las bases “para una nueva dictadura”, porque “establece que los principios de la sharia [ley islámica] y sus normas, doctrina, jurisprudencia y fuentes, tal y como los entiende el islam suní, son las fuentes principales de legislación”.
El gobierno interino, apoyado por los militares, se ha visto obligado a hacer concesiones al islamismo para poder mantener la imagen de unidad nacional frente a los Hermanos Musulmanes. El nuevo gobierno cuenta con el apoyo del partido salafista Nur, más extremo en su interpretación del islam que la hermandad. “El nuevo gobierno quiere a toda costa que el levantamiento del 30 de junio no se entienda como una revuelta contra el islam, sino contra el gobierno autocrático de los Hermanos Musulmanes”, explica el analista político egipcio Bassem Sabry. “Por eso, en ese decreto, el presidente ha hecho notables concesiones a los salafistas”.