sábado, 29 de junio de 2013

La violencia política toma las calles de Egipto

Seis personas han muerto y varios centenares han resultado heridas en disturbios callejeros protagonizados por seguidores y detractores del Gobierno islamista

 

Opositores a Morsi queman los enseres de la sede de los Hermanos Musulmanes en Alejandría. / AFP
 
Decenas de miles de personas salieron el viernes a las calles y plazas de las principales ciudades de Egipto para expresar su apoyo o bien su rechazo hacia el presidente Mohamed Morsi. El país árabe vive días de alta tensión en vísperas del primer aniversario de la investidura del rais islamista, que puso fin al periodo de transición pilotado por la Junta Militar. Este domingo es la fecha marcada por la oposición para lanzar una nueva ola revolucionaria con el objetivo de forzar la dimisión de Morsi.
Una vez más, dos Egiptos con una visión radicalmente opuesta de su país vuelven a librar un pulso en la calle que amenaza con desencadenar un estallido de violencia, el enésimo en una turbulenta transición iniciada tras la caída de Hosni Mubarak en febrero del 2011. De hecho, la tensión ha ido en aumento durante toda la semana, sobre todo en las provincias del Delta del Nilo.
En concreto, los últimos días, han muerto seis personas y varios centenares han resultado heridas en disturbios callejeros protagonizados por seguidores y detractores de Morsi y su movimiento, los Hermanos Musulmanes. El viernes por la tarde, varias personas resultaron heridas en escaramuzas en Alejandría, donde decenas de manifestantes asaltaron e incendiaron una sede de la cofradía. En esta ciudad, un ciudadano estadounidense de 21 años fue apuñalado hasta la muerte durante las protestas, según informaron fuentes médicas y policiales a la agencia Reuters; el joven fue asaltado por la turba mientras tomaba imágenes de las protestas con la cámara de su móvil. La otra víctima mortal registrada este viernes en la ciudad mediterránea fue un ciudadano egipcio partidario del presidente Morsi.
El Departamento de Estado norteamericano anunció hoy la salida de Egipto de parte de su personal diplomático y consular y sus familias, "por los problemas políticos y sociales que están teniendo lugar" en el país. Asimismo, pidió a sus ciudadanos que aplacen los viajes "no esenciales" a Egipto.
En El Cairo, los islamistas se han congregado frente a la mezquita de Rabá al Audawiya. Como ya hicieron la semana pasada en este mismo escenario, la multitudinaria manifestación representa una nueva demostración de fuerza y de la capacidad de movilización de la Hermandad, pues muchos de los asistentes han venido de fuera de la capital.
Washington retira a parte de su personal diplomático y pide a los ciudadanos que aplacen los viajes "no esenciales"
Entre canciones patrióticas y fotos de sus mártires, carteles que apelan a la legitimidad democrática del presidente, definida como “una línea roja”. “Tenemos una Constitución, y un presidente electo en las urnas. La oposición debe atenerse a las normas democráticas y esperar tres años si quiere cambiar de presidente”, sostiene Hamza Zawba, un alto responsable del Partido de la Libertad y la Justicia, el brazo político de la Hermandad.
La mítica Plaza Tahrir es el punto de encuentro del otro Egipto, mayoritariamente laico y hastiado por los intentos de la Hermandad de controlar todos los resortes de poder del Estado. El viernes son menos que sus adversarios, pero para ellos esto es sólo un calentamiento antes del día 30. La movilización la ha liderado Tamarrud, un grupo de jóvenes revolucionarios que asegura haber recogido más de 15 millones de firmas en favor de “retirar la confianza a Morsi” y de forzar la celebración de elecciones anticipadas.
Tamarrud ha contado con el apoyo de los principales partidos laicos, como el Dustur de Mohamed al Baradei, y de organizaciones revolucionarias ya consolidadas, como el Movimiento del 6 de Abril. Agrupados bajo la plataforma del “30 de junio”, el jueves presentaron su hoja de ruta, que pasa por volver a situar la transición egipcia a su casilla de salida: formación de un gobierno interino de tecnócratas, disolución del Senado, controlado por los islamistas, y formación de un comité de sabios que redacte una nueva Constitución antes de la celebración de elecciones.
La determinación de la oposición aumentó el miércoles, después del mensaje de casi tres horas que el presidente Morsi lanzó a la nación. Si bien reconoció “haber cometido errores”, el presidente mostró una actitud desafiante, destinada a movilizar a sus bases. “Asumí la responsabilidad en un país sumido en la corrupción, y me he enfrentado a una guerra para hacerme fracasar”, dijo el rais, que intentó deslegitimar a sus adversarios vinculándolos al régimen de Mubarak.
Ante la creciente hostilidad que se dispensan ambos bandos, las principales instituciones independientes del país han hecho sonar las señales de alarma. La Universidad de Al-Azhar, la principal institución del Islam suní en la región, llamó a la moderación ante el riesgo que “el país se deslice hacia una guerra civil”. Igualmente, a principios de semana, el ministro de Defensa, Abdelfattah al-Sissi, instó a los políticos a alcanzar un acuerdo, y advirtió que el ejército no se quedará de brazos cruzados si la nación cae “en un oscuro túnel de conflicto”.
Según los analistas, las Fuerzas Armadas y Estados Unidos pueden desempeñar un rol decisivo en caso de una escalada del conflicto político. En anteriores protestas, ambos actores han apuntalado la legitimidad del rais. Sin embargo, tras sus intentos infructuosos de mediar entre las partes durante los últimos días, algunas filtraciones en la prensa local apuntan a un viraje en sus posiciones.

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